Después de una semana sin igual el joven Baker estaba exhausto, pero no podía rendirse, no ahora que tenía que recorrer más de 2.500 kilómetros, para llegar a su tierra natal, tenía una mezcla indescriptible de sentimientos encontrados, había muerto la única mujer que él había amado de verdad, noticia que había cambiado su actitud para siempre, por primera vez en mucho tiempo había vuelto a sentir dolor por amor.
Pero ahora no podía pensar en eso, debía concentrarse en el camino, el tiempo estaba en su contra, el funeral de aquel primer amor seria en tres días y tenía un largo trecho por delante, así que decidió sólo centrarse en eso y acelerar su Harley a todo lo que diera el motor.
Viajó durante 48 horas sin parar mas que para poner gasolina, tomar café y engullir uno que otro tentempié, luego de recorrer los parajes más hermosos, las desiertas y extensas pampas típicas de la zona austral se dio cuenta de que ya estaba en la última frontera que tenía que pasar, ya había llegado a Magallanes solo quedaban uno cientos de kilómetros, que para él ya no eran nada, llegando a la ciudad se dio cuenta de cómo cambian las cosas en unos cuantos años, como la vida sigue para todos, vio que la carretera de entrada a la ciudad se había ensanchado y sintió cierto pesar por no haber vuelto antes, pasó por la avenida Costanera, donde se detuvo a contemplar el mar, disfrutar de una de esas maravillosas puestas de sol del fin del mundo, como a él le gustaba recordarlas, lugar donde aprovechó de pensar en todo lo que estaba pasando.
Empezó a hacer un recorrido a lo largo de su alocada y poco común historia, nació en un barco inglés cuyo nombre ya no recordaba, cuando este estaba ingresando al estrecho de Magallanes, el 21 de diciembre del año 1990, poseía tres nacionalidades, por su lado paterno era inglés, por el materno español y nació en espacio soberano de Chile lo cual lo hacía, un joven con gustos de lo más diversos, odiaba la costumbre de tomar el té, además le desagradan las empanadas, por el otro lado de la moneda le gustaba el jamón ibérico y el whisky escocés, además detestaba los perfumes de mujer, porque le recordaban el oficio en que se desempeñó su madre durante su juventud en la península ibérica, por otra parte le encantaba le gustaba armar barcos en botellas, disciplina que le enseñó su padre en la infancia, llegó a la adolescencia y la recordó a ella, Amanda Campos, su primer y hasta la actualidad unico gran amor, fue de esos bellos romances juveniles, eran tal para cual, pero como la mayoría de las historias de amor había un tercero que lo arruino todo, pero para su pesar este tercero fue Fabián, su amigo del alma, prácticamente un hermano de otra madre, luego de eso se acabó la amistad y el joven Arturo decidio aventurarse a la vida universitaria de la capital, dejando todo atrás, entró a estudiar derecho y hasta el momento es con creces el mejor de la facultad, pero no fue fácil, tenía que vivir con un mínimo de dinero, que de a poco empezó a invertir en uno que otro negocio, negocios que muchas veces rozaban con la ilegalidad, pero que producían buen dinero, por otro lado siempre le gusto mantenerse en forma, desde joven se interesó en la calistenia, pero pese a su buen estado físico nunca se enfrentó físicamente a nadie, al llegar a la capital fue asaltado dos veces y no se defendió, no porque no supiese, sino porque se rehusaba a hacerle daño a alguien, cuando su situación se estabilizó, recobró el contacto con su madre que solía enviarle dinero de vez en cuando, el cual guardaba como un fondo de reserva.
Pero al recibir la noticia, él cambio, se aisló completamente, dejó de hablarle a sus amigos, ni se asomo por el gimnasio al que iba a menudo, se dejó la barba y compro una moto con el dinero de su fondo de reserva y cobrando uno que otro favor a sus conocidos en el ámbito de los negocios, sin duda ya no era el mismo Arturo, se había reabierto una herida que él creía cerrada, sin duda alguna le afectó el hecho de que hubiese fallecido la que fue el amor de su vida pero la gota que rebalsó el vaso fue el hecho de que quien le diese la noticia haya sido Fabian.
Volvió a la realidad cuando se percató de que las luces de la ciudad empezaron a prenderse, decidió ir a la casa de su madre, donde esperaba ser recibido para pasar las noches durante la que él esperaba fuese una corta estadía en la ciudad que lo vio crecer, encendió su Harley, sonido que lo reconfortaba y emprendió camino en dirección a la casa de su madre, luego de un trayecto de no más de diez minutos estaba fuera de la casa de su madre, estuvo un buen rato observando las luces, veía la luz de la cocina prendida pero no se atrevía a tocar el timbre, decidió ir a tomar algo en algún local del centro de la ciudad, esperando encontrar el valor que le faltaba en algún trago, recordó el S.H Bar, primer local que visitó con su padre, lugar donde probó su primer whisky.
Pocos minutos después ya estaba estacionando su moto al frente del bar, al entrar en él se sintió dentro de un bar del Reino Unido, aun después de varios años seguía viendo caras conocidas, caras con aire británico, otras con aire irlandés, hasta algunas con aire escocés, ese seguía siendo el punto de encuentro de la pequeña sociedad de inmigrantes provenientes del Reino Unido de Gran Bretaña.
Se sentó en la mesa que solía ocupar su padre, se sentía extrañado ya que en el fondo él esperaba encontrarse con su padre, estaba algo desilusionado porque no estaba allí, le pidió a uno de los camareros que le trajese un Scotch Whisky, luego de beberse su trago acompañado de una pequeña porción de papas se preparaba para irse, a lo que siente cierto alboroto a sus espaldas, vio como un grandullón con facciones de irlandés y cuerpo de rugbista estaba acosando a una de las camareras, decidió interceder en favor de la joven, claro luego de ver los pros y los contras de la situación, sin duda alguna él sólo pretendía hacerle entender por las palabras a este sujeto que debía calmarse, el sujeto no tomó bien el que un don nadie lo interrumpiera, a lo que se paró frente a frente con Arturo, el sujeto le sacaba fácil una cabeza y media al joven Arturo, intentó darle un gancho derecho que Baker con una agilidad felina esquivo y como acto reflejo le respondió, dio en el mentón, y para la sorpresa de todos los presentes y aún más para él, noqueó al grandullón, los acompañantes de este se levantaron, sin duda sus intenciones no eran buenas, en un giro inesperado el dueño del bar viendo para donde iba la situación saca una escopeta que tenía guardada en la trastienda, a lo que dice —Si se meten con mi hijo, se meten conmigo— apuntando a uno de los acompañantes del grandullón, acto seguido, los amigotes del grandullón lo levantan con un gran esfuerzo y se retiran de mala gana y gritando improperios. El joven Baker no podía entender ese giro, que alguien interviniera por el o que ese alguien fuera su padre, que para mayor sorpresa aún era el actual dueño del bar, su padre le invitó otro trago y se sentó con él en la mesa en la que solía sentarse, cuando era cliente, hicieron un brindis, por la inesperada visita de Arturo, y conversaron de sus vidas, para ponerse al día, sin duda alguna lo que más llamó la atención de Arturo fue cuando su padre le contó la forma en como se había hecho dueño del bar, que el viejo Jack se lo haya dejado en su testamento era algo que nadie se esperaba, poco a poco Arturo se empezaba a sentir más cansado a lo cual su padre le ofrece que pase la noche o las que él desease con el, lo hizo pasar a la trastienda, donde estaba la casa, que estaba compuesta por un baño, una salita y dos habitaciones, le indico cual era la cama que él podía ocupar, Arturo se lo agradeció y le dio las buenas noches, luego se recostó en la cama, acto seguido, cayó rendido en los brazos de Morfeo.
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