La cabeza de Arturo estaba ahora llena de
recuerdos dolorosos. Luego de hablar con Fabián, todo lo que había tratado de
omitir, lo que había tratado de no sentir, estaba ahora más latente que nunca.
Fue por eso que decidió volver a la casa de su padre, para estar un momento en
calma, para estar solo y prepararse para dejar ir al único amor que se permitió
tener y luego desperdició.
Sus pisadas resonaron en el pasillo, cada vez
más cerca de su habitación, su expresión era una mezcla de cansancio, sorpresa
y pesar. Sólo deseaba haber tenido la oportunidad de verla una vez más, de
decirle que no la abandonó por que no sintiese nada por ella, sino que fue algo
que tuvo que hacer.
Mirar sus ojos una vez más…
Mirar sus ojos una vez más…
Arturo tomó su bolso y buscó en éste, lo único que atesoraba con recelo: un álbum
de fotos.
Necesitaba sentirse en el pasado una última vez, recordar cuándo era feliz, antes de dejar ir todo ese antiguo mundo y no volver a abrazarlo nunca más.
Fabián y él cuando eran niños, su primera bicicleta, su licenciatura. Estas eran algunas fotos que le hicieron sonreír de repente mientras que su garganta se tensaba en un intento de reprimir el dolor.
Necesitaba sentirse en el pasado una última vez, recordar cuándo era feliz, antes de dejar ir todo ese antiguo mundo y no volver a abrazarlo nunca más.
Fabián y él cuando eran niños, su primera bicicleta, su licenciatura. Estas eran algunas fotos que le hicieron sonreír de repente mientras que su garganta se tensaba en un intento de reprimir el dolor.
Se detuvo abruptamente en una fotografía, que
estaba fuera de las páginas, puesta allí en el último momento. Era una foto que tomaron antes de su partida,
en la que estaba con Fabián y Amanda. En la escena, estaba él, con sus maletas,
saludando a la cámara, mientras que su mejor amigo y su gran amor estaban
parados detrás de él, un poco afectados por la despedida.
Amanda estaba junto a Fabián, mientras que éste le rodeaba los hombros con sus brazos. Al examinar esa escena con más detalle, Baker notó algo que no había visto jamás, y no lo hubiera hecho, si es que no estuviese tan afligido por la muerte de la joven. En la foto, Amanda parecía llena de repulsión e incomodidad. Pero no era gracias a la despedida, sino por el simple hecho de estar apresada por el abrazo de Fabián.
Allí fue cuándo se dio cuenta.
“Hubiera hecho lo que cualquier hombre haría”, recordó. Y con la mano empuñada en la fotografía, cayó en la idea, de que la persona en la que más confiaba, le había traicionado mucho más de lo que él pensaba. Fabián ahora no era sólo un traidor, sino que también; un asesino.
Amanda estaba junto a Fabián, mientras que éste le rodeaba los hombros con sus brazos. Al examinar esa escena con más detalle, Baker notó algo que no había visto jamás, y no lo hubiera hecho, si es que no estuviese tan afligido por la muerte de la joven. En la foto, Amanda parecía llena de repulsión e incomodidad. Pero no era gracias a la despedida, sino por el simple hecho de estar apresada por el abrazo de Fabián.
Allí fue cuándo se dio cuenta.
“Hubiera hecho lo que cualquier hombre haría”, recordó. Y con la mano empuñada en la fotografía, cayó en la idea, de que la persona en la que más confiaba, le había traicionado mucho más de lo que él pensaba. Fabián ahora no era sólo un traidor, sino que también; un asesino.
Salió disparado del bar. Necesitaba
desenmascarar a quien había provocado toda la desdicha y tristeza que estaba
sintiendo y que había estado sintiendo durante el último período de su vida.
Trató de ir en su motocicleta, pero esta no funcionó. Alguien había cambiado el aceite y no lograba funcionar. Se le hizo extraño, pero su mente no alcanzaba a razonar ni analizar lo que pasaba. Tenía un único propósito en ese momento, y nadie lo detendría.
Trató de ir en su motocicleta, pero esta no funcionó. Alguien había cambiado el aceite y no lograba funcionar. Se le hizo extraño, pero su mente no alcanzaba a razonar ni analizar lo que pasaba. Tenía un único propósito en ese momento, y nadie lo detendría.
Le tomó media hora en llegar al cementerio, entre lo que había
corrido y lo que había caminado luego de que se cansó. Planeaba volver al
túnel, tomar las fotografías e ir con la policía, para que se diesen cuenta del
plan enfermizo del que había sido su amigo.
La tapa permanecía dónde la había dejado la última vez, en el suelo, junto con la estatua del ángel encerrado entre cuatro árboles.
Se sumergió en la oscuridad, tanteando las paredes hasta que dio con lo que parecía ser las fotografías y las notas del asesino. Ayudándose con sus propias uñas, arrancó todo, sin importar que algunas se rompiesen y se apresuró a salir de ese túnel, para seguir con su acto de “justicia”, como lo comenzó a llamar en su mente.
La tapa permanecía dónde la había dejado la última vez, en el suelo, junto con la estatua del ángel encerrado entre cuatro árboles.
Se sumergió en la oscuridad, tanteando las paredes hasta que dio con lo que parecía ser las fotografías y las notas del asesino. Ayudándose con sus propias uñas, arrancó todo, sin importar que algunas se rompiesen y se apresuró a salir de ese túnel, para seguir con su acto de “justicia”, como lo comenzó a llamar en su mente.
Ya había salido del túnel cuando se aproximaba
a su motocicleta, pero una voz familiar le detuvo, una voz que él en el fondo
deseaba oír. “Detente o no respondo de mi” —dijo Fabián con un tono de voz que
Arturo jamás había oído, mientras lo apuntaba con una escopeta.
Arturo reconoció la escopeta de su padre, la ira y el valor en un sentimiento enlazado
recorrieron su ser, y en un impulso bestial se abalanzó sobre Fabián, con el
propósito de quitarle la escopeta. Forcejearon y se empujaron, chocando contra
las pequeñas piedras del suelo, hasta que Baker logró tener el mando de la
situación y sujetar el arma contra su ex mejor amigo.
— ¿Qué hiciste? —Le preguntó con rabia, imaginándose cuál sería la respuesta, mientras que le apuntaba con el arma.
— ¿Qué hiciste? —Le preguntó con rabia, imaginándose cuál sería la respuesta, mientras que le apuntaba con el arma.
— Si yo no la tenía, nadie debía hacerlo. ¡Tú
la despreciaste!, ella tenía que ser mía… TENÍA QUE SER MÍA.
— ¡Estás completamente enfermo, Fabián!
— No, no lo estoy… Era mi plan… Un plan
perfecto… —Dijo Fabián, con una rabia latente en su mirada, observando con
detenimiento el cielo anaranjado sobre ellos. — Y ahora voy a terminar lo que
comencé, porque me falta sólo una equis por completar… La más importante de
todas. —Concluyó de manera lenta, recogiendo un libro de clases tirado junto a
él, para abrirlo en la mitad, dónde estaba la lista de su clase, todos los
nombres tachados con lápiz rojo, excepto uno: Arturo Baker.
En un ataque de fuerza inesperada, Fabián se abalanzó contra Baker, tratando de golpearlo en el rostro o sujetarlo de su ropa, cualquier cosa que le ayudase a volver a tomar el control. Pero algo sucedió. ..
Junto con todo el forcejeo, Baker apretó por accidente el gatillo, ensartándole un disparo a Fabián, que le llegó entre el muslo y el lado izquierdo de su abdomen. Un grito seco se escuchó, junto con el estruendo del disparo, y luego, nada más.
Arturo soltó la escopeta, y fue hasta dónde el contrario, impulsado por la culpa de que quizás le había quitado la vida, a una de las personas más importantes de su pasado. Trató de ayudarle, de decirle que llamaría a una ambulancia y lo llevaría al hospital, pero Fabián sólo le maldecía y se alejaba de él como podía.
Baker sólo observó cómo el que había sido su mejor amigo, se colocaba de pie, adolorido y rabioso, con mucha dificultad pero con decisión, para luego tomar el libro de clases, y ponerse a caminar de manera rápida, como si no quisiese que nadie lo viera nunca más, cojeando de un lado a otro.
Luego Baker se enteraría, de que la huida de su amigo sólo duraría unas cuadras más, en dónde se desplomaría junto a su antiguo liceo en la calle Fagnano, y le encontrarían al borde de la muerte.
En un ataque de fuerza inesperada, Fabián se abalanzó contra Baker, tratando de golpearlo en el rostro o sujetarlo de su ropa, cualquier cosa que le ayudase a volver a tomar el control. Pero algo sucedió. ..
Junto con todo el forcejeo, Baker apretó por accidente el gatillo, ensartándole un disparo a Fabián, que le llegó entre el muslo y el lado izquierdo de su abdomen. Un grito seco se escuchó, junto con el estruendo del disparo, y luego, nada más.
Arturo soltó la escopeta, y fue hasta dónde el contrario, impulsado por la culpa de que quizás le había quitado la vida, a una de las personas más importantes de su pasado. Trató de ayudarle, de decirle que llamaría a una ambulancia y lo llevaría al hospital, pero Fabián sólo le maldecía y se alejaba de él como podía.
Baker sólo observó cómo el que había sido su mejor amigo, se colocaba de pie, adolorido y rabioso, con mucha dificultad pero con decisión, para luego tomar el libro de clases, y ponerse a caminar de manera rápida, como si no quisiese que nadie lo viera nunca más, cojeando de un lado a otro.
Luego Baker se enteraría, de que la huida de su amigo sólo duraría unas cuadras más, en dónde se desplomaría junto a su antiguo liceo en la calle Fagnano, y le encontrarían al borde de la muerte.
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