Al día siguiente fue un dolor de cabeza sin igual el que despertó a el pobre Arturo, además se sentía un poco mareado, se levantó y se dirigió en
busca de algún medicamento o algo que le aliviará el malestar que sentía, un
poco arrepentido de todo lo que había tomado junto a su padre se tomó el primer
medicamento que encontró . al cabo de un rato se dio cuenta que no había nadie
en su casa y decidió salir en busca de un lugar para almorzar, pero antes de todo eso, se duchó y se
vistió para que no se le
notara tanto el estado en el que se encontraba.
Salió de su casa y se encontró con que su moto estaba sin
bencina , por lo cual decidió tomar un taxi y dirigirse hacia el centro de la
ciudad, llegando al centro se encontró
con casi todo cerrado ya que era bastante tarde, sin duda se demoró más de lo que esperaba, es por
esto que se fue al Kiosco Roca uno de los lugares en que Arturo
visitaba con bastante frecuencia cuando era pequeño. Al llegar al lugar se puso algo nostálgico ya que todo estaba tal cual como el recordaba, además lo atendió la
señora, la cual siempre se encontraba cuando iba a ese lugar, hizo su pedido de
siempre el cual consistía en una leche de plátano y sus dos choripanes, feliz
de haber sentido el mismo sabor de cada una de las cosas, regresó a su casa en
donde ya se encontraba su padre y comenzaron una grata conversación de como
estuvo el día de cada uno.
Al cabo de un rato se dio cuenta que ya era de noche y que
el día se le estaba acabando , comenzó a pensar en todo lo que había hecho con
su amigo Fabián cuando eran jóvenes y le pidió a su padre que por favor lo
acompañe a llenar el estanque de su moto a una bencinera, su padre muy
amablemente le dice que sí y se van con dirección hacia la bencinera más
cercana, en esos momentos Arturo le comenta a su padre lo mal que se sentía
porque Fabián no se encontraba en la ciudad y también porque nadie sabía dónde
se podía ubicar. Su padre muy cariñoso le da consejos sobre lo que debía pensar
y hacer para poder encontrar a su amigo, en ese momento ya habían llegado a la
bencinera, luego de llenar el bidón para ponerle gasolina a su moto, emprenden el camino de regreso al bar, una vez ahí le dice que saldrá a recorrer
la ciudad para poder apreciarla de noche y también para pasar un momento
agradable pensando en su vida.
Al recorrer las diferentes partes de la ciudad en su Harley decide hacer una parada en un bar muy conocido en Punta Arenas, el Bar Bulnes ubicado en una de las principales avenidas de la ciudad. Ahí bebió un vaso de ron blanco muy lentamente, acto seguido comienza a recordar pasado, lo primero que le vinó a la mente fue el gran amor que construyo con la difunta Amanda, tema que aún no superaba y decidió
acabar su vaso y salir del bar en busca de otro destino en aquella fría noche
de otoño.
Al encontrarse en avenida Bulnes decide ir a apreciar el
monumento “El Ovejero”, es entonces ahí cuando se le vinó a la mente una de las cosas que había
hecho ahí con su gran amigo Fabián. Recordó cuando salieron a recorrer
la avenida Bulnes un sábado por la tarde cuando tomaron café y además comieron muchos chocolates de camino a casa de Fabián, también se acordó que ese día habían jugado al fútbol en las
orillas del monumento junto a su amigo. Al poco tiempo después de haber estado harto rato sentado en el monumento se retira en busca de su moto para ya
dirigirse a su casa.
Cuando llegó a casa se encuentro con alguien que no esperaba encontrar, su madre, estaba
sola. Arturo al ver que su madre se encontraba sola decide
conversar sobre todas las peleas que había tenido con ella y le pregunta porque
motivo se generaban esas peleas, su madre le responde que ella solo lo quería cuidar
y por eso le decía aquellas cosas, Arturo le respondió que él ya era una persona
bastante adulta para poder cuidarse solo y que no necesitaba de sus consejos. Su madre muy triste le pregunta porque le contestaba de tal manera y él responde que se sentía bastante maduro y
que realmente no necesitaba esos consejos. Ella rompió en llanto,
ya que Arturo había cambiado, sin duda no era el que ella recordaba su hijo no era de los que faltan el respeto o de responder
a las personas mayores, porque la educación que ella y su exesposo le dieron fue muy
a la antigua, le enseñaron muchos valores básicos y le exigían
a ser una buena persona. Arturo al darse cuenta que su madre se encontraba
llorando decide preguntarle porque esta así y su madre le cuenta todo lo que sentía
en aquel momento. Arturo la escucho atentamente, le llego al
corazón y también se puso a llorar y de paso recordó todo lo que estaba viviendo
en ese momento. Le contó a su madre que se sentía vacío y perdido y que por
favor lo perdone, ya que se sentía muy mal por todo lo que le había pasado a Amanda además le cuenta a su madre algunos momentos maravillosos que había vivido con Amanda.
El primer recuerdo que le cuenta a su madre es cuando con Amanda se dan su primer
beso, el cual fue en el cementerio y él recuersa que con Amanda iban a ver a un tío de ella que había fallecido hace poco, en aquel día había mucho frío y el
abraza a Amanda, en ese momento mientras Amanda y Arturo se abrazaban muy románticamente
Arturo se acerca con su rostro al rostro de ella y es ahí cuando Amanda y
Arturo se besaron por primera vez en aquel helado día de julio. El segundo recuerdo que
le vino a la mente fue cuando estaba en el parque Don Bosco el cual se ubica en la unión de Avenida España con Avenida Bulnes, ahí Arturo o más bien “turito” como
Amanda le decía de cariño a él, le pide pololeo y Amanda sonrojada le dice
que se sentía muy segura con él y que lo quería mucho. Su madre al terminar de
escuchar a Arturo le da un gran abrazo y le dice que mejor no recordara esas
cosas porque lo hacían sentir mal y que este más tranquilo porque ella estaba a
su lado. Arturo al sentirse acogido en los brazos de su madre
deja de llorar, pero al irse a acostar se pone muy pensativo y de nuevo se
coloca a llorar en su cama, en donde se queda dormido después de tanto llorar.
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